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El globódromo de Segovia

El globódromo de Segovia, se encuentra a menos de 500 metros de la muralla de la ciudad. Con unas espectaculares vistas de la Catedral de Santa María y del Alcázar, se trata de un emplazamiento privilegiado. Cuando los pasajeros llegan al campo de despegue, el globódromo bulle de actividad. Las primeras luces del día descubren a los equipos montando y preparando los globos.

El globódromo de Segovia

El cielo mágico de Segovia cambia cada mañana. Esos cambios nos ofrecien vistas únicas e inolvidables del skyline de esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad. La ubicación del campo favorece unas rutas aéreas con excelentes vistas del patrimonio y el casco histórico de Segovia. La Sierra de Guadarrama es el telón de fondo perfecto para este increíble escenario para una gran aventura.

Si bien los globos no se pueden dirigir, ya que carecen de timón o propulsores, si pueden aprovechar los vientos dominantes para volar en la dirección más propicia. La localización del campo al oeste de la ciudad y a una altura de 997 m. sobre el nivel del mar, coloca a los globos en una ventajosa posición para los despegues. Los vientos habituales permiten a estas aeronaves cruzar la ciudad entre la catedral y el alcázar, o entre la catedral y su famoso acueducto.

El globodromo de Segovia

El globodromo de Segovia esta en una perfecta ubicación para volar sobre la cuidad.

El inicio de la aventura

Segovia está flanqueada por los ríos Eresma y Clamores. Sus valles, en las inmediaciones del casco histórico, otorgan a los globos otra rara y fantástica oportunidad. En muchas ocasiones los vientos orográficos, que discurren por los valles, conducen a los globos en una exclusiva visita aérea alrededor de la muralla. Después de haber cruzado la ciudad, disfrutando sus rincones, sus iglesias, los estrechos callejones de la judería, la torre de la catedral, las torres del alcázar o el trazado del acueducto desde un balcón en las nubes, nos espera el valle del Eresma. Allí, si los vientos acompañan y el vuelo lo permite, los globos descienden para surfear la brisa del valle de regreso al alcázar y la Fuencisla.

El cauce del Eresma, repleto de árboles, ofrece ocasionales vistas del globo reflejado en su superficie. Con un cambio de dirección en apariencia imposible, los aerostatos siguen el río, visitando el Monasterio de Santa María y San Vicente. Más tarde llegaremos al Monsterio del Parrall, la Casa de la Moneda, la Iglesia de la Vera Cruz y de nuevo el Alcázar sobre la imponente roca que le sustenta. El vuelo puede continuar un poco más, aprovechando los últimos retazos de ese viento, casi mágico. Así llegaremos al Convento de San Juan de la Cruz y al Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla.

El globodromo de Segovia

Uno de nuestros globos pasando junto a la Iglesia de la Veracruz.

Cambiamos de altura y perspectiva

Llegado ese momento los pilotos cambiarán de altura y del vuelo histórico para disfrutar de la ciudad, por otro panorámico elevándonos sobre el terreno. Los límites superiores de vuelo están lo bastante altos como para subir hasta los 800 e incluso 1.000 metros sobre el punto de despegue. El globódromo de Segovia queda muy abajo. El trazado de Segovia se muestra ahora como en un mapa y la Sierra de Guadarrama vuelve a cobrar protagonismo. El inconfundible Cerro Guarramillas, Siete Picos, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta, se despliegan hacia el suroeste. Mientras que Cuerda Larga, con sus elevaciones más características se extiende hacia el noreste.

El globodromo de Segovia

Uno de nuestros de nuestros globos saliendo del valle del Río Eresma.

Los vientos y la naturaleza

Incluso en las pocas ocasiones en las que el viento no sopla hacia la ciudad, la proximidad de el globódromo de Segovia a la ciudad, nos permitirá disfrutar de una vistas únicas de la misma. Los campos alrededor de Segovia están llenos de fauna, que desde el globo, descubriremos en sus quehaceres diarios. Liebres, conejos, perdices y pequeñas aves. Hay también una gran abundancia de rapaces de todo tipo. Además también podemos ver mamíferos de mediana talla, como corzos y zorros.

Pero recordemos, los vientos son caprichosos, y cada vuelo es diferente al anterior. Despegando 100 veces desde el globodromo de Segovia nunca aterrizaremos en el mismo lugar. El vuelo es por lo tanto único, diferente. Cada uno es una aventura exclusiva en la que nuestros pasajeros son los protagonistas. Así que no esperemos más y ¡vuela tu aventura!

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