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Fotografía desde un globo

 En Opinión
Fotografía desde un globo: Diego Conte Bragado Redactor y fotógrafo de la revista Viajar por Segovia

El vuelo en globo aerostático es una actividad lo suficientemente atractiva y asequible como para despertar el interés de cualquier fotógrafo, profesional o aficionado. Hoy en día podemos afirmar, además, que la práctica totalidad de los pasajeros de cada globo, pertrechados con su teléfono móvil, son fotógrafos de facto. Y sí, con un móvil, además de compartir las imágenes al instante y de llevarnos en el bolsillo el recuerdo de la actividad, también se pueden hacer estupendas fotografías, sobre todo con aquellos modelos equipados con múltiples cámaras.

Pero si queremos sacar al máximo partido visual a nuestra experiencia y obtener imágenes de alta calidad, lo más recomendable es acudir al campo de vuelo equipados con el mejor equipo posible, y hasta la fecha, ningún teléfono puede competir con las réflex más actuales o con las modernas mirrorless de objetivos intercambiables. Estas últimas tienen también la ventaja de un tamaño más reducido, lo que nos vendrá bien durante el vuelo.

La luz mágica

El mejor momento del día para volar en globo es nada más amanecer. De hecho, la cita en el campo de vuelo con el piloto y su equipo, suele ser cuando todavía es de noche. Se inicia en este momento la preparación de la aeronave. Pensando en lo que fotografiaremos desde la cesta, una vez hayamos despegado, es muy habitual que la primera vez que afrontamos esta experiencia, nos dejemos en casa un gran angular que nos va venir muy bien durante todo el proceso previo: el despliegue de la vela, la puesta en marcha de los quemadores, el inflado… Y también nos será muy útil al embarcar y en pleno vuelo para captar imágenes de lo que sucede en el interior del globo.

Una óptica recomendable puede ser una focal fija de 14mm y f/2:8, lo suficientemente luminosa para la escasa intensidad de la luz. La combinación de los tonos azulados previos al amanecer con los tonos cálidos de las llamas del quemador o del punto del horizonte por donde el sol anuncia su salida, puede proporcionados muy buenos resultados. Más tarde, si vamos a centrar nuestra atención en el paisaje que sobrevolaremos, siempre podemos dejar este objetivo a buen recaudo en el vehículo de apoyo encargado de hacer el seguimiento y rescate de nuestro globo.

Fotografía desde un globo

Fotografía desde un globo. El Globo accesible de Segovia poco después del despegue. Fotos: Diego Conte

El despegue

Y llega el momento de despegar. Hay que tener en cuenta que es el momento más dinámico y en el que vamos a contar con menos luz, así que conviene sacrificar algo de calidad subiendo el ajuste de la sensibilidad ISO. Incluso cuando la luz del sol vaya ganando en intensidad, hay que tener en cuenta que el globo, aunque de forma suave y estable, se mueve. Lógicamente, el desplazamiento nos afectará menos cuanto más lejos esté el elemento fotografiado.

Fotografía desde un globo: el equipo

¿Pero con qué equipo es recomendable embarcar? Lo primero que hemos de tener en cuenta es el escaso espacio con el que vamos a contar, pues las cestas que se emplean en los vuelos comerciales están divididas en compartimentos que compartiremos con uno o más pasajeros. También hemos de valorar que, aprovechando la singular perspectiva aérea, vamos a querer captar imágenes tanto de grandes paisajes, como hacer extracciones de elementos singulares del mismo. Así que lo más recomendable es ir equipados con objetivos que nos permitan emplear focales en un rango entre los 24 y los 200mm.

Es verdad que casi todos los fabricantes de óptica han lanzado modelos de objetivos que cubren todo este rango, e incluso más, pero la calidad de los resultados, especialmente si empleamos cámaras con sensores full frame, no es comparable, no ya a ópticas fijas, cuyo uso desaconsejamos por lo que el volumen que puede llegar a ocupar nuestro equipo, sino a objetivos zoom de menor rango. Lo mejor es llevar dos objetivos, un zoom 24-70 y un zoom 70-200, a ser posible con una luminosidad f/2.8 y estabilizador de imagen incorporado, si no disponemos de él en el cuerpo de la cámara.

Última recomendación

Y la última recomendación es sacar del fondo de la bolsa o del cajón esa cámara más antigua que guardamos para disponer de un segundo cuerpo y que ya teníamos olvidada deslumbrados por las prestaciones de nuestra última adquisición. Embarcar con dos cámaras, siempre contando con el permiso del piloto, nos va dar una mayor libertar a la hora de fotografiar, evitando tener que cambiar de objetivo en el poco espacio disponible, con el riesgo añadido de que uno de ellos se nos pueda caer por la borda.

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