Madagascar Ultramagic Experience
La Madagascar Ultramagic Experience se puede considerar todo un éxito. Hemos conseguido volar en globo en parajes espectaculares que recordaremos por siempre. El grupo de pilotos ha convivido a lo largo de una vivencia intensa que ha sacado lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros a pesar de lo cual hemos regresado más unidos y con más amigos. Para comprender mejor nuestra vivencia hay que conocer el país que nos ha acogido.Un viaje como el que hemos realizado a Madagascar tiende a convertirse en toda una aventura. Por muy planificado que esté y por mucho que se pretenda acercarse al lujo, de la misma forma que el orden tiende al caos de manera natural.
Los hoteles donde nos hemos hospedado eran oasis de comodidad y “lujo” en un mar de pobreza. Tengamos en cuenta que Madagascar es uno de los países más pobres del mundo, con un salario diario medio de 2 dólares al día. Y eso a lo que he llamado lujo lo es solo por comparación con lo que nos rodea. Un adjetivo que jamás aplicaríamos si lo comparásemos con cualquier hotel europeo.
Madagascar
Por lo tanto la mentalidad del viajero debe adaptarse al nuevo entorno y saber apreciar las ventajas de las que hemos disfrutado y no las carencias que hemos padecido. En algunos de nuestros trayectos, de una a otra zona de vuelo, hemos invertido más de 10 horas. Todo ese tiempo en recorrer una distancia de poco más de 200 kilómetros atravesando decenas de aldeas donde no hay carreteras, puentes, electricidad, agua corriente… Las casas carecen de puertas o ventanas. El mobiliario se reduce, con suerte, a una mosquitera.
Los alimentos, si bien no faltan, no son abundantes ni muy variados según nuestros cánones. El arroz es el alimento básico que acompañan principalmente de frutos y verduras. También, ocasionalmente, de pescado y algo de carne de lo que puedan cazar, de pollo o de cebú. Sin embargo los malgaches son personas alegres, educadas, pacíficas, y respetuosas. Tras los aterrizajes de los globos nos rodeaban, literalmente, cientos de personas y en ningún momento tocaban nada, sin pedir permiso. Nunca robaron algo de material.
Los hoteles y las carreteras
Cuando en los hoteles disponíamos de bebidas frías teníamos acceso a algo desconocido para la mayoría de los malgaches. Una ducha, aún cuando el agua saliese sin apenas presión, y no fuese más que un débil chorrito con el que difícilmente puedes quitarte el jabón, es todo un lujo para quien debe caminar kilómetros para obtener el agua necesaria para beber. Pulsar un interruptor y poder disponer de luz eléctrica es casi mágico teniendo en cuenta que hemos visto aldeas donde la puesta de sol marca el final de la luz hasta el día siguiente desde el principio de los tiempos. No digamos ya el WIFI gracias al que hemos compartido nuestras vivencias.
Las carreteras malgaches, que aparecen identificadas como nacionales en los mapas pueden ser caminos de tierra llenos de barro y baches donde los puentes han desaparecido por las riadas o directamente nunca han existido. Algunos ríos se cruzan en transbordadores para los que hay que esperar en la orilla durante horas…
Madagascar Ultramagic Experience
Si, y a pesar de todo eso sigo diciendo que la expedición ha sido un éxito. Quien alguna vez ha planificado un viaje de aventura sabe que los objetivos cuidadosamente planificados en Europa para los que se ha invertido tiempo, trabajo, ilusión y a veces mucho dinero, deben ser muy flexibles cuando uno se enfrenta a la realidad del destino elegido. Y a pesar de que Madagascar como destino es tan intenso y único como hemos descrito en los párrafos precedentes y nos guardaba innumerables sorpresas y demostraciones empíricas de la Ley de Murphy o la teoría del Caos, también nos ofrecería sorpresas y regalos agradables que merecerían cualquier esfuerzo o penuria que hubiésemos sufrido. Además de todo ello los planes se han cumplido casi a la perfección.
Los vuelos que hemos realizado han discurrido en entornos tan especiales que cada una de las imágenes que hemos podido capturar con nuestras cámaras son solo la punta del iceberg de aquellas que guardamos en nuestro recuerdo. El acceso a cada uno de estos lugares y el hecho de despegar de ellos con un globo constituyen un privilegio que no puede medirse en términos económicos.
Los vuelos que han partido de la Avenida de los Baobabs en Morondava, despegando rodeados de árboles magníficos cargados de espiritualidad y de aldeas de una sencillez extrema, nos han permitido respirar la esencia de África y de la aventura cada segundo. Vuelos de apenas una hora durante la que la emoción me desbordaba. Inevitablemente me dejaba llevar por los sentimientos sin que las preocupaciones o prioridades que normalmente nos condicionan tuviesen algún poder sobre mí. He disfrutado de esos momentos de una forma intensa y básica. Me sorprendía a mi mismo oliendo el aire, tocando la tierra o acariciando la corteza de los baobabs para experimentar más intensamente cada detalle.
Madagascar Ultramagic Experience: El vuelo en el Gran Tsingy
El vuelo en el Gran Tsingy fue aún más emocionante pues partíamos con la seguridad de que tendríamos un regreso muy complicado y de que estábamos volando en un lugar excepcional. Sabíamos que estábamos disfrutando de un privilegio extraordinario por el que habría que pagar un precio. El hecho de conocer los riesgos y aún así afrontar el reto, todos juntos, fue muy emocionante.
Los que compartimos esta pasión de volar con el viento somos ya de por sí una comunidad peculiar que en una ocasión como esa nos sentimos más unidos e indudablemente muy afortunados. Poder estar allí, sobrevolando el Gran Tsingy, en manos del viento y del destino, confiando en nuestra capacidad de controlar lo incontrolable y de salir con bien de una situación totalmente impredecible, nos llenaba de una loca alegría.
El vuelo sobre aquel territorio hostil—para lo que se considera un vuelo tradicional en globo—, el aterrizaje en un lugar donde el buen juicio diría que era imposible, las horas que nos llevó regresar, las mil anécdotas del camino, la gente amable que encontramos y todo lo que compartimos en ese trayecto, formarán parte de nuestra historia y de la de aquellas gentes. ¡Imaginad por un momento cuando los malgaches que estuvieron allí cuenten lo sucedido a los que no lo vivieron! Unos hombres blancos bajaron volando del cielo con hogueras en sus cabezas… El trasporte de cada globo— eramos siete—, dejó a la aldea el equivalente a la renta per capita anual, algo que sin duda también supondrá un cambio para todas esas personas.
Un viaje que nos cambió a todos
¿Y nosotros? También nos ha cambiado. Un viaje como este te abre los ojos, te enseña el valor de las cosas. Aprendes a apreciar todo lo que das por sentado. También a ver la belleza y la alegría en situaciones que, sin esa perspectiva, podrías calificar de problemas o malos momentos. Una aventura tiene la facultad de dejarte agotado el cuerpo y a la vez llenar de energía tu espíritu. Aún estaba en el avión, padeciendo los peores síntomas de los dioses africanos de la gastroenteritis, con casi cuatro kilos menos y tremendamente cansado, pero a le vez planeando cual podría ser mi siguiente aventura.
Reserva tu vuelo en globo y vive una gran aventura por los senderos del viento…
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