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Volar con fuego

Volar con fuego una frase que recuerda al título de un cuento. Parece mentira que aquello que marcó el inicio de la civilización fuese también la forma de hacer realidad nuestro más antiguo sueño: volar. Pero habrían de pasar miles de años para que alguien diese con la forma de emplear el fuego para conquistar el cielo.

Fue el Homo Erectus quien descubrió el fuego si bien todo indica que, al principio, no era capaz de encenderlo por sí mismo. Las primeras pruebas arqueológicas datan de hace 1,6 millones de años. Aunque hay varias referencias de cuando el hombre empieza a usar el fuego la más aceptada es que lleva controlándolo desde hace unos 400.000 ó 500.000 años. Los primeros usos del mismo fueron cocinar los alimentos y resguardarse del frío. Al cocinar los alimentos los hombres primitivos prolongan su esperanza de vida y tienen más tiempo libre.

Con el fuego también se podían construir mejores herramientas, armas para la defensa y útiles de caza. Era además un elemento disuasorio empleado en la defensa contra los depredadores. El fuego permite al hombre hacerse sedentario. Se establece en pequeñas comunidades y poco a poco empieza a especializarse. Las comunidades pueden crecer y desarrollarse. La especialización permite una evolución de las habilidades como individuo y como especie.

El fuego desarrolla la mente del ser humano

El fuego no solo proporciona calor ante el frío, también luz durante la noche. La actividad del hombre primitivo se prolonga en las horas nocturnas gracias a las llamas. La comida no solo se puede cocinar, dura más tiempo y es más fácil de comer y digerir. Los integrantes de más edad de la tribu pueden comer aunque hayan perdido  sus dientes. Se incrementan las calorías y se reduce el coste energético de la digestión. Esa energía extra se puede emplear en otros procesos y todo apunta a que el sistema nervioso se vio favorecido. De comer la comida cruda pasamos a cocinarla. Se pueden hervir hierbas para hacer brebajes. Crecen las interacciones sociales. El fuego nos hizo evolucionar.

Volar con fuego

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Volar con fuego

Prácticamente desde que el hombre tiene conciencia de sí mismo miraba al cielo en busca de información. Las estrellas le proporcionaban un calendario. Las nubes y el viento las primeras previsiones meteorológicas. En el cielo estaban los dioses. El aire era un medio vedado para el ser humano. Y precisamente por ello anhelábamos conquistarlo. Envidiábamos a las aves y buscábamos el modo de imitarlas. Poco podíamos imaginar que el mismo fuego que nos permitió crecer como especie albergaba el secreto para volar.

El primer artilugio hecho por el hombre que se elevó conquistando ese medio, hasta entonces prohibido, fue un globo de aire caliente. Fue en el año 1783, y pocos meses después también permitió volar a los primeros humanos. La historia de la aerostación es también la de otro gran salto en la historia de la humanidad. En menos de 240 años el vuelo nos ha llevado a recorrer el planeta y a conquistar el espacio. Las dos naves Voyager se encuentran en el Sistema Solar Exterior, camino y más allá de la heliopausa. Tenemos sondas en Marte y en los planetas gaseosos donde tal vez se descubra vida. Seguimos mirando al cielo en busca de respuestas. El espíritu humano nos impulsa a preguntarnos y cuestionarnos todo, nos empuja siempre más lejos en busca de la verdad y la aventura. Y todo ello fue posible gracias a las primeras fogatas de la prehistoria que nos llevaron, tras muchos descubrimientos, a volar con fuego.

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