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Vuelo de Travesía en globo en Asturias

Vuelo de Travesía en globo en Asturias

Nos encontramos en saliendo de Laponia, atravesando en coche el Círculo Polar Ártico, cuando recibimos un Whatsapp que cambiaría todos nuestros planes. La idea original era regresar hasta Segovia, tranquilamente. Nos esperaban más de 4.500 kilómetros de carretera. Teníamos prevista una parada en Estocolmo e incluso otra en el Valle del Loira para volar en globo con unos amigos. Pero el mensaje era claro: «El vuelo de travesía de Picos de Europa se adelanta al miércoles». Tenemos menos de tres días para llegar a Asturias, por carretera, con el remolque a cuestas.

Un viaje accidentado

En una de las paradas para repostar vemos que una de las ruedas del remolque está averiada. La avería es grave pero lo arreglamos lo mejor posible, no podemos hacer más si queremos llegar a tiempo a Benia de Onís, donde se iniciará nuestro vuelo de Travesía en globo en Asturias. Dejamos a parte de nuestro equipo en Estolcomo y seguimos. Los tres pilotos que volaremos en los Picos de Europa nos vamos turnando para recorrer la distancia que nos separa de España sin escalas.

En cada parada para repostar revisamos la rueda. Como era de esperar la avería empeora por momentos. Solo podemos continuar. Nuestra dieta de viaje es todo menos sana y equilibrada. Pero a pesar de los problemas los kilómetros van pasando y el remolque aguanta. Ya vimos bajar la distancia pendiente de los 4.000 a los 3.000 y luego a los 2.000. En la última parte del viaje estamos más cansados y la distancia parece hacerse más larga. Amanece en Francia cuando de las cuatro cifras pasamos a tres. Nos quedan menos de 1.000 kilómetros hasta nuestro destino. Tenemos poco más de 11 horas para completarlos.

Adios remolque, adios

Viaje desde Laponia

El remolque se rompe de camino al vuelo de travesía en globo en Asturias. Estamos casi a 1.000 kilómetros y tenemos que llegar esta noche… ¿llegaremos a tiempo?

El remolque no podrá arreglarse a tiempo hay que buscar un plan B…

Estamos comentando lo mucho que está aguantando el remolque cuando los dos ejes del lado derecho se parten y el remolque con nuestro preciado globo dentro, golpea la autopista. Saltan chispas, sale humo y el ruido es espeluznante, pero el coche consigue parar en el arcén sin problema. El remolque no tiene una reparación rápida ni sencilla. Parece que hemos perdido nuestra oportunidad de realizar el vuelo de Travesía en globo en Asturias.

Pero no somos de los que nos rendimos e inmediatamente nos ponemos a planear soluciones. Nuestros amigos del Valle del Loira no están muy lejos. En cuanto se enteran de nuestra situación se ofrecen a acercarse y prestarnos un remolque. Se hacen casi 300 km. para prestarnos desinteresadamente su equipo. Con la ayuda de nuestros equipos de tierra en España organizamos el resto de la intendencia. Menos de tres horas después estamos de nuevo en marcha. Con el tiempo aún más justo que antes, pero con posibilidades de llegar a nuestra siguiente aventura.

Vuelo de Travesía en globo en Asturias

Los diez globos se están hinchando con el zumbido de los ventiladores. Cada equipo está concentrado en su globo, colocando el material extra que necesitaremos. Desde ropa de abrigo a equipo complementario de oxígeno para piloto y tripulantes. Vamos a volar durante más de una hora por encima de los 4.000 metros y sin este aporte extra de O2 podríamos sentirnos aturdidos, marearnos o tomar malas decisiones. También llevamos bengalas para encender los quemadores si fallan las llamas piloto. Además llevaremos un equipo de supervivencia por si tenemos que aterrizar en medio de la montaña. Tenemos hasta raquetas para la nieve.

Vuelo de Travesía en globo en Asturias

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Vuelo de Travesía en globo en Asturias
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Repasamos todo el equipo. Los instrumentos, las radios, el oxigeno… Ya lo habíamos hecho pero un último chequeo es necesario. Comprobamos que no tenemos ningún globo sobre nosotros y despegamos. La vorágine de los últimos momentos, incluso de los últimos días queda en el suelo. Ya no hay prisas, ni nervios ni problemas. Solo el sonido del quemador. A nuestro alrededor el paisaje cobra protagonismo.

El vuelo

Ya que hemos dividido el vuelo en tres partes, para que cada piloto participe activamente en él, tenemos tiempo de relajarnos y contemplar. El valle va quedando abajo, envuelto en brumas. La niebla se embalsa en los valles cercanos. El globo va ganado altura mientras el mar cantábrico hace su aparición al norte. Mientras tanto mirando hacia el sur ya tenemos a la vista los primeros picos nevados.

La idea es subir rápido para encontrar los vientos de más de 40 kilómetros por hora que pronosticaban las previsiones. Necesitaremos esa velocidad para recorrer los más de 80 kilómetros que nos separan de las llanuras palentinas. Mientras tanto ya se reconocen las cumbres más emblemáticas. El mítico Naranjo de Bulnes o Pico Urriellu se eleva estoico en el paisaje nevado, con sus 2.519 m. También la Torre de Cerredo, la mayor elevación de Picos de Europa, Asturias, León y la cordillera Cantábrica con sus 2.648 m.

Altitud de crucero

Alcanzamos la altitud de crucero que nos habíamos marcado de 4.600 metros. La velocidad varía entre los 45 y los 57 km./h. Desde hace ya un rato estamos usando oxigeno. A pesar de ello si nos agachamos o hacemos cualquier esfuerzo se nota pesadez. Hay que estar pendiente del suministro de O2 y de que cualquier movimiento en la barquilla del globo no suelte por error los tubos de nuestras gafas nasales.

Esta parte del vuelo es tranquila, contemplativa. El piloto va pendiente de la velocidad, el rumbo, la altitud. De forma automática revisamos el consumo de gas cada pocos segundos. A veces no es fácil pues somos tres a bordo y llevamos tanto abrigo que obstaculizamos los instrumentos y relojes. A los lejos otros globos  parecen inmóviles sobre el paisaje. La sensación en altura es de soledad pero también de camaradería. Sabes que tus amigos están ahí, contigo. Algunos en tu propio globo, otros en los puntitos que se ven a lo lejos, experimentando las mismas emociones.

En el globo se siente inmovilidad y calma. Nos desplazamos a la vez que el viento así que volando a más de 50 km./h no se nota brisa en la cara. La altitud hace que no se aprecie el movimiento respecto al suelo. La barquilla se mantiene estable, sin balanceos. Los intervalos entre cada llamarada de los quemadores son de absoluto silencio sobre el paisaje nevado. La temperatura es de varios grados bajo cero pero, entre la emoción y el abrigo que llevamos, nos sentimos cómodos.

Descenso y aterrizaje

Un nuevo cambio de piloto y comenzamos el descenso tras superar las últimas estribaciones montañosas y cruzar una masa de cirros muy apretada casi tres mil metros más abajo. Estamos muy altos y el gas, aun dentro de los márgenes de seguridad, empieza a escasear, por lo tanto descendemos rápido. Volando alto se consume más propano y por ello llevábamos más botellas de lo habitual.

Atravesamos en el descenso el velo de cirros y las volutas algodonosas de sus bordes. Bajo la cesta ya podemos ver extensos campos de labor que alternan el verde de los sembrados con el marrón de los barbechos. Palencia nos espera para recibirnos tras la travesía. El viento suave en superficie nos permite aterrizar con suavidad en un camino, facilitando la llegada de nuestro equipo de tierra que no tardará en aparecer.

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Conclusiones

Finalmente llegamos. Lo conseguimos, volamos. La sensación es de euforia, de intensa emoción. Nos abrazamos, reímos y llamamos a los otros globos para saber dónde y cómo están. En el grupo de Whatsapp los mensajes son un reflejo de nuestra situación y estado. Todos en tierra sin novedad, es decir, con muchas novedades para contar y compartir, pero todo en orden.

La cena de la noche anterior, rodeado de amigos y compañeros, muchos de ellos de empresas de la competencia, ya habría valido la pena. Solo eso habría bastado para justificar el viaje a contrarreloj desde Finlandia. El vuelo ha sido sin duda un regalo extraordinario. Algo difícil de describir con palabras, aunque lo hayamos intentado en este post.

Como siempre nos sucede no bien acabamos de aterrizar y con el cansancio acumulado de los días previos y de la propia jornada, con kilómetros por delante para llegar a casa, nos encontramos hablando de la próxima aventura. Surgen ideas, retos, proyectos. Es un privilegio trabajar en algo que nos apasiona. También haber formado parte de este grupo que 30 años después del último ha retomado el camino y participado en este vuelo de travesía en Asturias.

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