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Volando entre baobabs

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Durante la preparación de viaje que me trajo a Madagascar en 2001 los baobabs de Morondava eran una referencia continua siempre que buscaba información de la isla, consultaba páginas web, libros, etc. Sin embargo la costa oeste de Madagascar quedaba muy lejos de la ruta planeada para nuestro viaje en bicicleta y nuestro vehículo y la distancia hasta los míticos gigantes hicieron imposible una visita que estaba entre las más atractivas que podía imaginar.
Han tenido que pasar más de quince años pero hoy, por fin, he acariciado la corteza de un baobab, he caminado entre ellos y además, he podido despegar junto con Óscar e Iván Ayala, de la conocida Avenida de los baobabs, un espectáculo mágico e inolvidable.

Los equipos se preparan para el despegue.

Los equipos se preparan para el despegue.

El extraño aspecto de los baobabs ha motivado una leyenda en la que se dice que están cabeza abajo, con sus ramas enterradas y sus raíces al aire, apuntando al cielo. Lo cierto es que son unos árboles impresionantes, gruesos y altos con solo unas pocas ramas en su parte superior.
Cuando hemos llegado al campo de despegue la primera impresión nos ha sobrecogido. La única luz provenía de nuestros vehículos por lo que al detenerlos el cielo estaba espectacular, cuajado de miles de estrellas que habitualmente no se ven desde nuestro hemisferio, visibles nítidamente en un cielo azul oscuro en el que destacaban las siluetas negras de los baobabs.

Un espectacular lugar de despegue.

Un espectacular lugar de despegue.

Mientras preparamos los equipos la luz del inminente amanecer va iluminando los árboles que nos rodean, algunos de los cuales tienen más de setecientos años. Siento como si cada bocanada de aire llenase mis pulmones por completo. Me siento totalmente feliz, no quisiera estar en ningún otro lugar del mundo en este momento.
Hinchados los globos subimos a bordo. Hoy me ha tocado pilotar y estoy muy emocionado. Cuando el globo comienza a elevarse la luz del sol ya ilumina la parte superior de los baobabs. Frente a nosotros se extiende un paisaje verde de llanura arbustiva y arrozales, con algunas aldeas dispersas de pequeñas casas de madera, y a intervalos se elevan inmensos y orgullosos los baobabs. Mirando a nuestra espalda el paisaje es el mismo pero adornado con los jirones de niebla baja, encendida por el sol. Volamos bajo casi rozando el suelo, despertando los gritos y saludos de todos los habitantes de la región.

Paisaje de bruma y baobabs.

Paisaje de bruma y baobabs.

El vuelo espectacular se hace muy corto y conseguimos aterrizar en la carretera que va hacia Morondava, un lugar seguro para el globo que como efecto secundario facilita la llegada de cientos de malgaches, en su mayoría niños que consideran el globo lo más interesante que han visto en la vida, al menos por su reacción es lo que se deduce. Son muy respetuosos, los más curiosos tocan la barquilla o la vela pero en general se mantienen a una respetuosa distancia. Caras achocolatadas, sonrientes, de asombro, nos rodean y es inevitable devolverles la sonrisa. Cualquier palabra en malgache les arranca carcajadas y les acerca un poco más. Todos nos ayudan a subir el globo al 4×4 y nos despiden agitando las manos mientras el coche regresa al hotel. El calor es sofocante y apenas son las nueve de la mañana.

Aterrizaje multitudinario en la carretera de Morondava.

Aterrizaje multitudinario en la carretera de Morondava.

Tras cargar gas junto al hotel para el vuelo de mañana, y un relajante partido de voleibol en la piscina, a comer y una merecida siesta para después realizar una visita a Morondava. La ciudad es como cualquier otra de Madagascar, pintoresca, caótica, llena de encanto y de personas que nos miran con curiosidad. Aquí los blancos somos algo exótico que llama la atención. Tras un agradable paseo que nos lleva a la playa, nos detenemos en un bar junto al mar, para ver el atardecer y refrescarnos con unas cervezas. Luego de regreso al hotel a cenar para mañana volver a madrugar para nuestro segundo vuelo entre baobabs.

¿Listo para volar?

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Mostrando 1 Comentario

  1. Carmen dice:

    Por tus palabras y fotografías me puedo hacer una idea de lo especial que es estar allí. Gracias por compartir tu viaje con nosotros Cristian. Disfrútalo, transmítelo y lo disfrutaremos contigo. Besos.

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