VIAJES EN GLOBO

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Vuelo en globo de travesía

El pasado 7 de abril conseguimos realizar un vuelo en globo con el que soñábamos hace tiempo: Cruzar la Sierra de Guadarrama, desde Madrid a Segovia. La primera vez que volé en globo ya imaginé este vuelo y desde aquel momento supe de sus dificultades técnicas. Recordemos que los globos no pueden dirigirse, no llevamos a bordo ningún sistema de propulsión ni tenemos nada parecido a un timón, la única forma de ir de un punto a otro es subirse a una corriente de aire que nos lleve en la dirección que deseamos. Por lo tanto para atravesar la Sierra de Guadarrama hay que esperar a que se den las condiciones propicias para el vuelo, a saber, viento en altura con velocidad suficiente para atravesar las montañas y poder aterrizar en zona abierta y despejada y que el viento en superficie no sea excesivo para poder aterrizar con seguridad.

Nuestro globo poco antes del despegue, con La Pedriza al fondo.

Nuestro globo poco antes del despegue, con La Pedriza al fondo.

La altura de vuelo debe ser suficiente para pasar los picos más altos de la Sierra, como Peñalara, la montaña más alta de las provincias de Madrid y Segovia con una altitud sobre el nivel del mar de 2.428 metros, con suficiente margen para evitar los rotores que el viento forma cerca de las cumbres. Al volar más alto el globo no puede llevar el mismo peso que si volase a menor altura y además deberíamos llevar más gas del habitual en previsión de necesitar un vuelo más largo para poder elegir una zona de aterrizaje óptima y segura. La proximidad de la base militar de Colmenar Viejo y de los aeropuertos de Madrid, con tráfico aéreo sobre la Sierra, hacían necesario solicitar la coordinación del vuelo con ENAIRE. Esta coordinación es algo habitual siempre que se vuela cerca de algún aeropuerto.

Despegando desde Soto del Real

Despegando desde Soto del Real

Recibida la autorización pertinente disponíamos de una semana para realizar la actividad, escogiendo el mejor de los días del periodo autorizado en el que las condiciones meteorológicas fueses las más adecuadas. Ya que esta solicitud se realiza con 10 ó 15 días de antelación es muy frecuente que a pesar de contar con los permisos la naturaleza no nos proporcione los vientos necesarios para nuestra aventura y así habíamos tenido que cancelar varios intentos. Pero como se suele decir a la tercera va la vencida y nuestra tentativa de abril parecía contar con las condiciones perfectas para realizar el vuelo de travesía. No tuve más que llamar a unos cuantos pilotos amigos para contar con una tripulación de lujo, formada por otros pilotos con experiencia y además buenos amigos con los que disfrutar del vuelo. Ya que las fechas las decide en realidad la naturaleza otros amigos no pudieron acompañarnos pero nos ayudaron en los preparativos o nos siguieron desde casa, por radio, Internet, teléfono…

La Pedriza en nuestro rumbo...

La Pedriza en nuestro rumbo…

Habíamos decidido despegar desde Soto del Real para, si se cumplía la previsión, pasar sobre la Pedriza y La Bola del Mundo, de 2.265 de altitud. Mientras montábamos el globo se notaba la emoción de todos los participantes por sobrevolar muchos de los paisajes donde habíamos crecido y realizado otras actividades deportivas y de ocio. La Pedriza donde habíamos escalado o realizado rutas de senderismo; la Bola del Mundo donde habíamos subido andando, en bicicleta o incluso en 4×4; Cuerda larga, escenario de muchas caminatas; Peñalara y su laguna…
El globo comenzó a levantarse cuando los primeros rayos del sol teñían las rocas de La Pedriza de color naranja. En el globo de SWISS, de Siempre en las nubes, cuatro pilotos hacían las veces de pasajeros José Luis Calderón, también de la empresa, Pericles García, Javier Sánchez e Ismael Martínez, mientras que el piloto sería otro de los integrantes de Siempre en las nubes, Cristian Biosca. Como equipo de tierra contábamos con Daniel Tarno, también piloto.

La Pedriza desde la barquilla del globo.

La Pedriza desde la barquilla del globo.

A las 8 de la mañana el globo dejó el suelo y comenzó a ascender rápidamente para superar las primeras cumbres de La Pedriza, donde destacaba el conocido e inconfundible Yelmo, uno de los riscos más altos de la Pedriza Anterior con una altitud de 1.717 metros. La subida era continuada y rápida pues teníamos que ganar unos 800 metros en poco menos de tres kilómetros. A medida que ganábamos altura el rumbo que marcaban las previsiones se confirmaba y nos dirigíamos en dirección a La Pedriza. Podíamos ver manzanares el real frente a El Yelmo y el embalse de Santillana a medida que nos acercábamos a las primeras estribaciones de la sierra y a su cabellera de nubes.

En pleno vuelo...

En pleno vuelo…

En la barquilla estábamos eufóricos, las vistas eran impresionantes y si el grupo de amigos lo podemos pasar bien en un viaje en autobús sin demasiadas pretensiones, con un vuelo en globo en semejante entorno no parábamos de bromear y reír, disfrutando de la fantástica experiencia.
Las nubes que adornaban las cumbres ya estaban bajo nosotros y aún quedaba suficiente nieve para que el paisaje fuese sobrecogedor. Nuestro rumbo nos llevaba directos a la Bola del Mundo, casi por encima de una parte de Cuerda Larga. La mayor parte del vuelo transcurrió por encima de los 2.900 metros pero la temperatura en la barquilla no era muy baja y bastaba con llevar un forro polar o un abrigo ligero para estar cómodos. La velocidad rondaba los 20 kilómetros por hora y esperábamos que disminuyese cuando bajásemos por el lado de Segovia para aterrizar. Cuando sobrevolamos el Puerto de Navacerrada pudimos ver a Daniel en el vehículo de apoyo por primera vez desde que despegamos.
Ya en Segovia pasamos por encima de grandes bosques de pinos. Al mirar el camino realizado pudimos ver las nubes rizarse como olas al pasar las cumbres. mantuvimos nuestra altitud hasta pasar Otero de los Herreros cuando iniciamos un rápido descenso ya buscando un lugar para aterrizar. Sin embargo nos encontramos con vientos muy rápidos a unos 100 metros del suelo que soplaban a más de 50 kilómetros por hora. Cuando encontramos una zona despejada para aterrizar la velocidad había bajado un poco, a pesar de lo cual, aterrizamos muy rápido pero sin ningún problema. Ya estábamos en tierra y acabábamos de completar una travesía espectacular. Solo quedaba recoger el equipo y celebrarlo debidamente. En resumen una aventura muy intensa rodeado de buenos amigos algo que sin duda ¡habrá que repetir!

Celebrándolo tras el vuelo en globo.

Celebrándolo tras el vuelo en globo.

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